LOS CUADROS DE MIGUEL GÓMEZ Y MOLINA // «PUERTAS AL MISTERIO»

Al contemplar los dibujos y pinturas de Miguel Gómez,
se descubre fácilmente que no es un lenguaje que refleje lo cotidiano, lo convencional. La información desborda la mente lógica. Los personajes y escenas cuentan historias fuera de la realidad, son descripciones que no corresponden a lo temporal, a lo histórico y surgen preguntas:
¿Qué es esto… es un psicoanálisis… es un exorcismo… son visiones… sueños… viajes astrales…? ¿De donde viene todo esto?
Es posible que sea todo lo anterior y más, pero abstrayéndonos de esta inicial confusión, dejando que el alma curiosa, desprejuiciada e infantil penetre en los cuadros y pueda descubrir que estos son otros mundos, que descubren otra realidad o que son formas diferentes de percibir la realidad. Los cuadros de Miguel son un universo lleno de personajes diversos, con expresividad, con aliento de ser, con vida propia, otorgada por un creador que también los dota de carácter, de individualidad, que interrelaciona en la escena con criterio y orden, para tejer la urdimbre de una historia en espacios insólitos, donde cada uno vuela y se mueve en función de energías indefinibles.
Es todo un universo evocador de sugerencias continuas.
Son poemas llenos de alusiones simbólicas, con una plasticidad arrolladora, con una zoología fantástica muy propia, capaz de describir otros mundos, otros estados de ser. De componer historias envueltas en tinieblas o de abrir puertas al misterio.
Hay un tema muy reiterativo en muchos de los cuadros de Miguel Gómez, son sus alusiones al tiempo. Utiliza de forma profusa elementos simbólicos a los que dota de misterio inquietante, tan inquietante como el propio tiempo: incontrolable, escurridizo, abstracto y concreto, tan preciso e irritante. Hay una frase que Miguel escribe en alguno de estos cuadros – «el tiempo es mío»- que suena como un grito con la energía del trueno y la capacidad de producir una caverna, que cobije y aísle a las almas confusas del zumbido machacón, del problema diario y alienante. Un lugar donde escuchar el silencio, sentir la abstracción pura y la mente en reposo.

Amador Braojos
2006 año del Perro

NUNCA-JAMÁS EXISTE

El surrealismo adquiere en tu obra una dosis de misterio e imaginación que trasladan al visitante a un mundo de ensoñación propio de los cuentos que más nos hicieron soñar cuando éramos niños.
Castillos, brujas, animales y guerreros hablan de un tiempo fantástico que tú controlas al segundo y que nosotros sólo podemos intuir. El tiempo es mío es mucho más que un título, es una norma de conducta, un principio. Supone la aceptación de que tu obra y una parte importante de tu vida están en sintonía perfecta.
Quizá sea tu faceta más oculta pero también es una de las más sorprendentes por lo inesperada. El dibujo y el color, incluso la falta de éste, los controlas al igual que el tiempo y esa capacidad también sorprende a quien se sumerge en tus obras. El arte es un camino de difícil progreso, pero tú lo haces fácil como si fuese un juego o una conversación.
Hay en tu obra un sinfín de ocultos mensajes, de canciones y signos que como un laberinto obliga al espectador a navegar por la claves de tu imaginación, por guirnaldas y garabatos automáticos hasta encontrar un paraíso que tiene mucho que ver con la propia vida,,, o mejor dicho con tu manera de ver y vivir una vida que confirma que el país de nunca-jamás verdaderamente existe.

Fernando Francés

El tiempo a través del arte o el tiempo es mío.

El ser humano lleva el arte implícito en su biología, podríamos casi afirmar que necesita interpretar y expresar su realidad interior y exterior de diferentes formas. Desde finales del siglo XX, la neurociencia está confirmando esta teoría a través de numerosos estudios sobre arte y comportamiento del cerebro. Miguel Gómez & Molina es uno de estos valientes-humanos que ha decidido mostrar su mundo interior, su creatividad más ancestral desde su propio aprendizaje, innovando con detalles y elementos cotidianos de su realidad. Como tantos artistas, Miguel, sin haberse formado específicamente en bellas artes o estudios similares, si ha conseguido alumbrar un estilo personal creyendo en su proceso creativo.
Miguel también ha mirado el tiempo y lo ha vestido de dorado en sus obras, aprovechando las infinitas maquinarias con la que se encuentra cada día trabajando desde su infancia. El mundo interior que nos deja ver se dibuja a través de figuras imposibles, animalarios asilvestrados, colores que bailan al son de una música propia, acuarelas y espacios de fantasía en los que el espectador puede perderse y disfrutar según le susurre su propia imaginación. Porque el tiempo puede ser contemplado a través del arte, y se puede hacer del tiempo un arte. Así lo muestran las piezas de los relojes que escaparon de sus cajas, y que andan insertadas a modo de collage en sus obras. Las esferas y agujas que algún día formaron parte de un reloj, Miguel los hizo mutar para convertirlos en protagonistas de alguna historia interminable donde no hay quién adivine su final. Esta podría ser una de las muchas miradas a los cuadros de Miguel. La mía fue hace años cuando redescubrí los restos de un reloj automático diseminados en una de sus pinturas, y pensé: Es verdad, el tiempo puede ser mío, o de Miguel o de quién quiera representarlo. La creatividad es la capacidad de transformar algo a través de la interpretación que le quiera dar cada uno, sin olvidar que inevitablemente.. Somos la biología del arte y el tiempo es nuestro.

María Martínez Hernández (2020)
Cultural mediator | Museologist
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